Los ecuatorianos revivieron las multitudinarias procesiones en numerosas ciudades del país para conmemorar el Viernes Santo, las cuales estuvieron marcadas por rezos, cantos y penitencias de los fieles católicos.
La procesión del Jesús del Gran Poder ocupó a su vez el centro histórico de la capital, por donde hombres, mujeres y niños caminaron por más de dos horas cargando grandes cruces y portando coronas de espinas y cadenas que dificultaban su paso.
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